Pensamientos de un canario.

Ya no soy feliz. No a tu lado. No sé que pude ver en ti y ahora me arrepiento de haberte elegido.
No me mandes callar. No me grites. No me levantes la mano. No me toques.
¿No te das cuenta del daño que estás causando? Ya no sólo a mí, también a ellos.
Ya no puedo reprimir más mis lágrimas.
¿Por qué no puedo hablar? ¿Por qué no puedo preguntar?
Me canso, hace tiempo que me cansé.
No pienso callarme, para eso tengo boca, y tú no eres nadie para hacer que la cierre.
¿Y por qué ahora vienes como si nada hubiese pasado, sonriendo tan tranquilo? No, yo no puedo olvidarlo.
No me trates como a tu esclava, ¿qué pasa, estás inválido? ¿No puedes hacer las cosas por ti mismo? Claro, es más fácil mandárselo a los demás, ¿por que no me mandas vivir por ti? Es lo único que te falta…
Estás ciego, sordo y lo único que haces es hablar, mejor dicho, gritar, gritar y herir.
¿Piensas que así, gritando, te haremos más caso? ¿O que conseguirás lo que quieras? Te equivocas, lo único que haces es que desaparezca el respeto que te quedaba.
No vivo, contigo no soy persona. Contigo sólo soy… cómo un canario. Me haces vivir atrapada en una jaula, rodeada por invisibles barrotes, y alimentada de soledad.
Y tan sólo quiero advertirte que, poco a poco, estoy reuniendo las fuerzas para irme, y te juro que llegará el día en que lo haga. Y no pienso despedirme de ti.

Te odio.